La
fantasía y la aventura en los 80-90 eran realmente magnéticas…
A finales de julio de 2016, Funai, la última empresa que aún lo hacía, anunciaba oficialmente que dejaba de
fabricar reproductores-grabadores de VHS. Una noticia que se mencionaba en los
telediarios como curiosidad y que, mientras para unos pasó como una simple
anécdota, a otros nos sonó como el final
definitivo de toda una época. Atrás quedan ya sin remedio aquellas tardes de
ilusión de bajar al videoclub a ver qué aventuras encontrábamos disponibles
para alquilar y pasar una tarde estupenda de acción, misterio, intriga, risas,
palos o terror en compañía de amigos con unas buenas patatas fritas y unos
refrescos. Los días que había suerte podías encontrar una nueva peli de las
estrellas indiscutibles de la mejor acción como Sylvester Stallone, Arnold
Schwarzenegger, Chuck Norris, Jean
Claude Van Damme… y cuando no, siempre había un valor seguro al que podías
recurrir sabiendo que siempre iba a haber alguna peli libre de los maestros de
la lucha, el engaño y el asesinato: los míticos e inolvidables NINJAS.
Maestros
de la lucha, las armas, el disfraz, casi todopoderosos… mitos del cine de
acción
El Cine de acción siempre se
ha nutrido de héroes con capacidades especiales: leyendas míticas como Jasón o
Hércules, valientes soldados en distintas guerras, caballeros Jedi en epopeyas
espaciales, superhéroes surgidos de las viñetas de los cómics… pero durante la
cinematográficamente prolífica e imaginativa década de los 80, pocos fueron tan
carismáticos como los Ninjas: asesinos profesionales surgidos en el Japón
medieval cuyas habilidades y capacidad para el engaño fueron tejiendo con los
siglos una leyenda que ha sobrevivido hasta nuestros días. Leyenda que, como
decimos, el cine de aquella inolvidable década supo aprovechar para darnos
tardes inolvidables de acción y emoción en todo tipo de producciones,
generalmente de bajo presupuesto y argumentos de lo más simples, si bien
algunas sagas obtuvieron cierto renombre y llegaron a codearse con los
blockbusters de la época en la taquilla (El Guerrero Americano de Michael
Dudikoff, por ejemplo).
A lo largo de la década de
los 80 se produjeron tal cantidad de películas de ninjas (buenas o malas, en
realidad divertidas todas) que se convirtieron por derecho propio en un
subgénero dentro del cine de artes marciales (a su vez un subgénero del cine de
acción). Y como todo género o subgénero, tuvo también sus estrellas destacadas
que eran un valor seguro cuando ibas a buscar una buena “peli de ninjas” al
videoclub. Y por encima de todas ellas, brilló de forma especial el gran Sho Kosugi.
Una
mirada inolvidable que traía la perdición para sus enemigos, y la diversión
para nosotros
Shoichi
Kosugi, hijo de pescadores de Tokio nacido en 1948 y estudiante
aventajado de Karate desde los cinco años (y con problemas de hiperactividad,
por cierto), empezó también a aprender el misterioso arte del Ninjitsu con un
anciano vecino de la familia. Posteriormente también estudió otras artes
marciales como Kendo y Judo (ganando el campeonato All Japan de Karate a los 18
años), trasladándose poco después a los Estados Unidos. Allí estudió Ciencias
Económicas mientras participaba también en todo tipo de torneos y
demostraciones de artes marciales.
A finales de los 70 empezó a
participar en películas interpretando pequeños papeles o haciendo de extra, y
como curiosidad de aquella época cabe destacar que en 1974 apareció como
figurante, de forma no acreditada, nada más y nada menos que en la mismísima El
Padrino II.
Ya en 1981, cuando el cine
de artes marciales “pegaba fuerte” en los cines y videoclubs, la ya mítica
productora Canon decidió apostar por la leyenda de los ninjas en el cine,
iniciando la saga Ninja de Sho Kosugi que con los años quedaría
como emblemática en la memoria de los amantes del cine de artes marciales, y a
la que he querido dedicar este artículo. Vamos a por ella… ¡¡Kiai!!
NINJA
I - LA JUSTICIA DEL NINJA (1981)
Después
de completar su formación como ninja, Cole (Franco Nero) recibe un angustioso
telegrama de su amigo Frank (Alex Courtney), pidiéndole que vaya a Filipinas para
que le ayude con un grave problema. Tanto él como su esposa están siendo
acosados por un grupo de matones. Cole tendrá que emplearse a fondo y más
cuando sepa la verdadera naturaleza de su rival.
Ninja
blanco contra ninja negro… metafórica y literalmente
En esta primera película de
ninjas de la Canon no arriesgaron mucho, y se decidieron a pesar de la temática
oriental por hacer una cinta de acción protagonizada por un occidental blanco
(recordemos que eran los años de triunfo, aún en las artes marciales, de
estrellas como Chuck Norris) que en este caso sería un habitual de la época:
Franco Nero. Curiosamente en principio iba a ser protagonizada por el experto
en artes marciales Mike Stone, pero al final se optó por un rostro más
conocido. Aún así Stone participaría en la película como doble y coreógrafo de
las peleas.
Mike Stone contribuyó
también seleccionando una variedad de artistas marciales para los ninjas que
intervendrían en la película, entre ellos un tal Sho Kosugi cuyas grandes habilidades
no tardaron en despuntar durante el rodaje, proporcionándole un papel más
importante del que tenían previsto para él al principio: acabó siendo el
contrincante principal del protagonista; el ninja Hasegawa, de la misma escuela
que Cole, que odia a éste por considerarle un intruso y un impostor al llamarse
“ninja” sin ser japonés. Se le puede considerar así el “villano” de esta
primera película de lo que sería toda una saga emblemática del género. Y lo más
importante: su primer papel destacado ya acreditado.
La película no es
especialmente buena, si bien es entretenida. Tiene un tono más bien entre
comedia y acción como una película de Bud Spencer y Terence Hill aunque con más
violencia, con sus mamporros (aquí artes marciales) y sus chascarrillos, pero
se deja ver y no deja de ser el inicio de la saga.
Procedente
de una larga tradición de maestros ninja, Cho Osaki (Shô Kosugi) decide
abandonar su Japón natal acompañado por su madre y su hijo tratando de olvidar
el pasado violento que destruyó a su familia. Años después, en Estados Unidos,
deberá enfrentarse a la traición y retomar el camino del ninja.
Dos
maestros del asesinato y el engaño en un enfrentamiento de altura…
El experimento salió bien,
por lo que el éxito de la anterior película animó a Canon a explotar ya
seriamente la temática ninja, dando en esta ocasión ya el protagonismo a Sho
Kosugi. Y ahora sí, ya podemos hablar de una película mítica dentro del género
con todos los tópicos: enfrentamiento entre clanes, luchas cuerpo a cuerpo con
nivel y el uso de todo tipo de armas y, sobre todo, el engaño que mantendrá al
protagonista al borde de la derrota hasta el emocionante combate final. Todo un
recital de los tópicos que hicieron de los ninjas las estrellas del
entretenimiento “de serie B” en las estanterías de los videoclubs.
Como curiosidad, destacar
que en esta película aparecen por primera vez los dos hijos (en la vida real)
de Kosugi: el mayor Shane que aparece brevemente en la escena inicial de la
película, y el pequeño Kane que interpreta al hijo del protagonista y
demostrará ser un digno alumno de las enseñanzas de su progenitor.
Esta película, ya más
cuidada que la anterior y desde luego mucho más “ninja”, tuvo lógicamente mucho
más éxito que la anterior (que podríamos llamar “un experimento”) y afianzó ya
la carrera de Sho Kosugi como una estrella importante dentro del subgénero.
Una
muchacha es poseída por el espíritu maligno de un ninja que reside en una
antigua katana. Cuando toma posesión de su cuerpo comete terribles asesinatos.
Tan solo otro ninja podrá evitar que el derramamiento de sangre continúe.
No,
no es una Jedi. Aquí no te guía la fuerza sino que te posee un demonio Ninja
Nos encontramos ya en plena carrera
de explotación de la fiebre ninja (que al año siguiente ya se “americanizaría”
con la mítica saga de El Guerrero Americano), y en esta ocasión Canon nos
sorprende con una original propuesta en la que el protagonismo recae sobre una
atractiva muchacha que nada tiene que ver con los ninjas ni con las artes
marciales… hasta que es poseída por el fantasma demoníaco de un malvado ninja
al que accidentalmente ve morir durante una intentona de asesinato por encargo
(una de las especialidades de los ninjas, como bien es sabido).
En esta ocasión Sho Kosugi
es co-protagonista de la acción (y no aparece, por cierto, hasta la segunda
mitad de la historia), interpretando a un experto ninja que tendrá que viajar
desde Japón para ayudar a la atribulada protagonista a librarse de la maldición
que la atormenta, pues “solo un ninja puede derrotar a otro ninja”.
Una entretenida y para
muchos (entre los que me incluyo) mítica película de ninjas con toques de
terror sobrenatural. Personalmente es mi favorita de la saga; mucha acción,
buenos combates, temática místico-ninja a tope que explota estupendamente la
leyenda de invencibilidad y poderes sobrenaturales de los guerreros de las
sombras, y buena música de baile ochentera que cuadra perfectamente en la
historia, pues la chica protagonista es aficionada al baile y el aerobic.
Un
ninja debe enfrentar una peligrosa misión en Manila. Tiene que combatir una
organización delictiva dedicada a la extorsión, el secuestro y al trafico de
estupefacientes.
No
me mires no me mires… que no me he puesto el maquillaje ninja-ja
Incluyo esta película por
ser considerada oficialmente la última de la saga “Ninja” de Sho Kosugi, a
pesar de que ya no es de la Canon (la relación de Sho con la productora ya no
existía para entonces)… y de ser más mala que un dolor de muelas. La acción no
está mal y la historia, aunque plana y sencilla a más no poder, cumple sin más
como excusa para la sucesión de palos y tiros que nos proporciona… pero las interpretaciones
especialmente de los villanos son de juzgado de guardia. Con todo, entretiene
si no tienes nada mejor que hacer y no deja de ser el cierre de una saga que,
con sus altos y sus bajos, se ha convertido por derecho propio en una de las
más emblemáticas de un subgénero que fue tremendamente popular en una gran
época.
Y Aquí termina la saga Ninja del gran Sho Kosugi, si bien el
actor interpretaría muchos otros papeles posteriormente: de nuevo un ninja en
la estupenda Ruega Por Tu Muerte,
apariciones en algunos episodios de la serie Master, Black Eagle donde
combatiría con un debutante Jean Claude Van Damme, y se enfrentaría con el gran
Rutger Hauer en la entretenidísima Furia
Ciega. En definitiva, todo un héroe del VHS.
Por @JoGonBa
Por @JoGonBa
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