No suelo hablar de libros, más que nada porque mi falta de tiempo habitual, me impide seguir un ritmo de lectura compaginándolo con mi interminable lista de series, pero como deportista amateur, esta joya necesitaba ser leida
Sinopsis
Antiguamente se pensaba que era imposible superar la barrera de los cuatros minutos para recorrer una milla, pero tres atletas de tres países diferentes, Inglaterra, Estados Unidos y Australia decidieron romper esa barrera y el libro lo que nos muestra es la lucha de cada uno de ellos por alcanzar esa mítica cima de la milla.
Opinión
Lo primero que quiero hacer es dar las gracias a Alfonso Caro del Palomitrón por hacerme visible esta obra.
Lo segundo es que sin su ayuda, nunca hubiese descubierto este libro que desde ya recomiendo a todos/as aquellos/as que como yo viven intensamente el deporte de manera amateur y que al igual que yo buscan encontrar como premio el poder superarse a sí mismos.
Porque lo que nos enseñan las páginas es la lucha de tres atletas (Bannister el inglés, Santee el norteamericano y Landy el australiano) por alcanzar un logro que se supone que estaba al alcance de muy pocos, el batir un record legendario en el que sólo uno de ellos saldría vencedor.
De los tres al final el vencedor, Bannister resulta ser el que menos probabilidades parece que tenía, por venir de un país en plena recesión post Segunda Guerra Mundial, como era Inglaterra y por las adversas condiciones en las que se entrenaban él y sus compañeros, si bien, tenía a su favor la determinación y el coraje por conseguir un objetivo y tener un plan de trabajo meticulosamente preparado, para al fin llegar a la cima de la milla.
Sin embargo no podemos restar méritos a ninguno, porque los tres se habían merecido ser los vencedores, por sus horas de entrenamientos, por su coraje, por sobre todo y al igual que nosotros/as los/as deportistas aficionados, ser capaces de compaginar sus vidas personales con sus vidas deportivas.
Vidas personales centrados en los estudios, en el trabajo, sacar tiempo para entrenar del receso de medio día (me suena mucho eso, me siento identificado), en llegar a casa después de un duro día y a veces entrenar sólo media hora con la intensidad de dos horas ( lo que los modernos llamamos HIIT ), entrenar a oscuras completamente, sacrificar a veces la vida social por tener un plan meticulosamente planeado y no querer abandonarlo de ningún modo hasta alcanzar el objetivo.
De los tres, el peor parado a mi parecer fue Santee, por su inclusión en el servicio militar americano en las fechas previas a la carrera donde sus dos oponentes, en medio de los Juegos del Imperio dilucidarían quien era el mejor corredor de la milla º y ya no sólo por su inclusión en el servicio militar americano, si no también por las constantes presiones de la AAA, lo que vendría a ser la federación española de atletismo en nuestro país, que si bien era capaz de explotar a sus corredores a lo largo y ancho del globo en constantes giras de carreras sin descanso, no era capaz de permitirles cobrar puesto que ( no sólo los americanos, si no el resto hacían lo mismo), se suponía que cobrando se traicionaba el espíritu del deporte.
La realidad es que el pensamiento era muy noble y si viesen las cifras que se mueven ahora, a más de uno le daría un infarto al ver el mercantilismo que rodea a su amado deporte en todos los ámbitos, donde se hace todo lo posible llegando a límites extremos con el fin de superar los rècords ( y sí hablo de esa lacra conocida como doping), pero la cuestión es que lo que hay que ver y para mí es la lección que recibo de este libro, es que si buscamos un objetivo en nuestro deporte y lo entrenamos con ahínco, seguro que lo vamos a conseguir, igual que los tres protagonistas hicieron, pero sin duda, sin esfuerzo, esa recompensa no va a llegarnos, con lo que si buscáis vuestro propia milla perfecta , sólo existe un camino posible: esfuerzo, esfuerzo y esfuerzo.
Nota DVAS: 10/10
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