viernes, 6 de octubre de 2017

The Commuter: En busca de la felicidad

Nuevo episodio de Electric Dreams, igual de dramático que los dos precedentes, pero quizás más realista, pero siempre con ese toque onírico que destila la obra de Philip K. Dick

Otro nuevo día amanece en una estación cualquiera de Inglaterra, donde encontramos al revisor Jacobson (Timothy Spall) preparando su té de buena mañana como buen británico, para él y su compañero Bob (Rudi Darmalighan). La aparente normalidad, se ve alterada cuando cierta pasajera pide ticket para una estación que no existe Macon Heights, la cual jura y perjura que existe y que su trayecto exactamente dura veintiocho minutos. Al no dársele el ticket la joven (Tuppence Middleton) desaparece.
Un poco en shock por lo acontecido, nuestro protagonista regresa a su casa, para ver como un coche de policía está apostado delante de su puerta, motivado por la agresión realizada por su hijo Sam, a una joven de quince años, algo que por lo que se da a entender es más habitual de lo que parece y además podemos ver como Sam sabe que asusta a la gente, sabe que les hace daño, pero lo ve como algo normal la igual que su padre que en cierto momento parece como darle justificación a la acción de su hijo.
Pero el comportamiento de Sam lejos de atenuarse se incrementa partiéndole a su madre el labio y no sólo eso, si no que según los médicos esos brotes sicóticos van a ir en aumento, de modo que es necesario que ambos se preparen para lo peor.
Al día siguiente Jacobson vuelve a recibir la visita de la joven desconocida y ya completamente desconcertado, decide averiguar si la existencia de Macon Hights es veraz y para ello no duda en programar su móvil en los veintiocho minutos exactos que decía la joven que tardaba en llegarse a tal destino.
Para su sorpresa Macon existe en medio de la nada y lo que se encuentra es un lugar donde la felicidad rezuma por todas las esquinas, todos y todas parecen felices, como si tuviesen aquello que deseasen. Para él no parece real, pero Linda que así se llama la joven desconocida, le hace ver que exactamente lo que ve es la realidad.
Cuando retorna a casa, todo ha cambiado...Sam no está y de hecho, para su mujer nunca han tenido un hijo, la estación parece haber cambiado a un color más vivo, más alegre y ha contagiado esa alegría aquellos que pululan por la estación, donde toda la gente parece ser más amable de lo normal.
Desconcertado por ver como aquello que siempre ha deseado aunque nunca lo hubiese manifestado, se ha hecho realidad, decide indagar acerca de Macon Heights para averiguar que esta ciudad era un proyecto caído en desgracia, cuando su impulsor cayó en desgracia al faltar fondos y su cuerpo fuese hayado muerto por sobredosis en un bosque.
Por ello y por lo que acontece a su vida decide volver a la ciudad de nuevo, para darse cuenta que el mismo día parece repetirse una y otra vez, cuantas más veces vuelve, más perfecto parece ser su mundo y más inquietud provoca en él lo que al final lleva a cuestionarnos ¿Qué vida, es la vida real de Ed? y realmente ¿Qué vida quiere vivir?.

Conclusión:
Episodio que plantea o cuestiona la felicidad y lo que separa lo que se sueña de lo que realmente se quiere. Rodado con tino y con calma, es una muestra de la imaginación de Philip K. Dick y que parece ser una oda a la frase ten cuidado con lo que deseas y sus consecuencias.

Nota DVAS: 6/10

Molano


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