miércoles, 30 de marzo de 2016

AKIRA: CÓMIC Y PELICULA - JOYAS DEL CÓMIC

Año 1988, reportaje del programa Metrópolis, la tele Grundig culona se convierte en una ventana al futuro. En un país que estrena “Mujeres al borde de un ataque de nervios” sólo poder ver estas imágenes parece ciencia ficción.

Luces de una ciudad imposible pero muy real, las rojas estelas dejadas por alucinantes motos de carreras y una animación que no podía existir (quedaba un año para el resurgimiento de Disney). Pero en la siguiente escena del reportaje es cuando explota mi cabeza: un tipo es ametrallado, masacrado con una nitidez sádica que detalla los chorros de sangre y agujeros humeantes. Para sellarlo bien un niño con cara de viejo revienta un edificio de un chillido.




Afortunadamente años después sí se estrenó en nuestro país. Nada podrá borrar ver ese Apocalipsis en El Palacio de la Música de Madrid, uno de esos cines antiguos teatros desafortunadamente desaparecidos. Tampoco olvidaré a la salida el desconcierto de los padres que llevaron a sus hijos a ver “una de dibujos”.

Akira es hiperrealista. No es cómo son los japoneses, es cómo se sienten. El trauma nuclear, padre de Gozilla y demás peligros imaginarios no ha abandonado nunca al país del Sol Naciente. La preocupación de la destrucción masiva está en el núcleo de esta obra de KatsuhiroOtomo y nos lo muestra desde la primera imagen: una enorme explosión que hizo que se tuviera que reconstruir la ciudad, ahora Neo-Tokio.


Pero Otomo sobrepasa lo predecible, da un paso más hacia el citado Apocalipsis. Aquí es donde está la principal diferencia entre película y manga, lo comentaré más adelante. Si estás leyendo esto seguramente conoces la obra así que no te haré perder el tiempo contando el argumento. Si no es así sigue leyendo ya que intentaré convencerte sin un solo spoiler.

En cuanto a los personajes define tres tipos de caracteres. Los “héroes” encabezados por Kaneda, joven problemático de 16 años, carismático y con un valor más sacado de la inconsciencia que de la abnegación. Su icónica figura está estructurada como el héroe Indiana Jones o Han Solo, hilo conductor al que le ocurre todo lo imaginable pero parece que jamás saldría realmente lastimado ni sufrirá dramáticamente. Es un pillo, un superviviente que le viene como anillo al dedo a la situación.



En segundo lugar encontramos los secundarios, PNJ (personajes no jugadores) que no tienen otro camino que hacer lo que hacen, encerrados en una tragedia griega. El último personaje es Neo-Tokio, constantemente presente como algo más que un decorado de cartón. Respira, cambia, sufre y… Dije que no iba a hacer spoilers, ¿verdad? Todo esto se verá con más claridad en el cómic, con un cuidado por parte de Otomo por representarla, con unas detalladas ilustraciones, como una ciudad grandiosa, temible y bella.


Si has visto la película pero no el cómic en éste encontrarás mucha más historia, no de relleno, sino una consecución de lo mostrado en el anime. Esto es, al estrenarse en cines en el momento en que el manga no iba ni por la mitad y ser una historia tan larga y compleja, concluye cuando al cómic le queda lo más interesante por venir, la consecuencia del gran evento que lo cambia todo.

El anime se publica entre 1982 y 1990 (¡8 años!). Originalmente es en blanco pero negro al dar el salto a occidente (EEUU) se decide corregir a nuestro orden de lectura y colorear. Respecto al debate si mejor hacerse con una versión u otra no tendrás un dilema ya que la japonesa está descatalogada. Personalmente creo que preferir el original es una cuestión de esnobismo ya que el coloreado es espléndido.

Sus dos mejores cualidades son el ritmo y la calidad visual. Éstas llegan a competir de tal modo que el ritmo hace que se devoren las páginas y se necesite volver páginas para volver a mirar con detenimiento las ilustraciones. Ambas son muy cinematográficas ya que Otomo es admirador del cine estadounidense y plantea un ritmo con un tempo y secuencias con unos fantásticos planos.


Si has leído el cómic pero no la película, cosa muy improbable, te animaría a hacerlo. También dirigida por Otomo es un prodigio de la animación con un presupuesto tan elevado (el mayor hasta ese momento) que fue difícil llevarla a cabo. Entre otras cosas se optó por no realizarla con “animación limitada”, ésto es animaron todo el personaje en lugar de solo la boca al hablar. Aun así el dibujo es minucioso y fluido, un espectáculo que apenas ha envejecido.

La música fue compuesta previamente a la animación con libertad absoluta por ShojiYamashiro y las secuencias montadas en base a ésta, cosa poco habitual en el anime por entonces. Es extraña y grandiosa, experimental pero lo suficientemente buena como para ser escuchada al margen de la película.

Si conoces tanto película como cómic, enhorabuena. Si no conoces ninguno espero haberte generado cierta curiosidad.


Además existen constantes rumores de una adaptación estadounidense de acción real. Como ha sucedido con esta edad de oro del cine de superhéroes inaugurada por los X-Men de Singer ahora la tecnología puede permitir una adaptación en carne, hueso y cables. Desde la compra de los derechos por parte de Leonardo Di Caprio para producirla (y protagonizarla) cada tres años aparecen los rumores de su reactivación, últimamente con más fuerza que nunca con la confirmación del guionista del Daredevil de Netflix. Veremos.

Como curiosidad la obra se sitúa en un Tokio del año 2020 que celebra los juegos olímpicos. Adivina dónde se celebrarán ese año en el Mundo Real.

El Cinéfago

The DVAS Blog

1 comentario:

  1. Akira es, sin duda, una de las obra cumbre del mundo de manga y anime, así como en su momento fue un bofetón en la cara de quienes creían que el cine de animación sólo podía ser para niños. Ver la película es perderse en la fantástica animación y el diseño de los escenarios, mientras que leer el manga es una experiencia como pocas. Solo he sentido algo parecido con otra obra nipona: Nausicaä del valle del viento, de Hayao Miyazaki. Tanto la película como el manga son simplemente fantásticos.

    ResponderEliminar