Hoy no me enfocaré precisamente en cine sino en una serie más
que notable. Antes de nada una advertencia: precaución al leer reseñas de esta
serie ya se están haciendo spoilers inintencionados (la explicación más
adelante). Excepto en ésta crítica, claro está, en la que seré cuidadoso.
Tras el triunfo de Mr.
Robot en los premios Globos de Oro muchos se animaron a ver esta (corta)
serie pero pasado su momento estelar, su minuto de gloria, está diluyéndose
entre la agresiva competencia de tanto producto televisivo en el que algo de
tres meses de antigüedad es antiguo.
¿De qué va Mr. Robot?
Hackers. Pero el hackeo solo será el pilar central. Alrededor
de ello se desprende toda la mitología sobre el underground digital, cimentada
sobre el control de las masas vs el mundo de los inadaptados sociales con
acceso a la información real. Ya se sabe que un pesimista es un optimista bien
informado así que no esperemos una serie complaciente ni simplemente
entretenida, para eso mejor enchufarse la 8ª temporada de Castle.
En esta mitología encontramos todos los tópicos esperables, sin
rubor alguno desde el estreno de Hackers (1995), pero tratados con un respeto y
una credibilidad que la aposenta en terreno bien firme. Si te gusta el género
pero aun te da desconfianza debes saber que es de los pocos productos del
género que han tenido el beneplácito general de informáticos y demás tribus
implicadas, así como ocurrió con The Martian y la comunidad científica.
Hasta aquí sólo os he hablado del punto de partida ya que cuando
parece que el siguiente capítulo no puede sorprender más nos lleva a lo largo
de ésta primera temporada hacia una conclusión entre lo utópico y lo
apocalíptico.
Sinopsis.
Elliot (Rami Malek), un cerebrito casi autista, trabaja para
una pequeña empresa de seguridad informática entre visitas al psiquiatra,
stalkeo a sus conocidos y rayas de morfina. Esta construcción del personaje ya
lo hace lo suficiente atractivo pese a pasarse la temporada con la viscosa
mirada perdida en el infinito y diálogos monosilábicos. A partir de aquí la
serie no hace más que crecer en complejidad, personajes y situaciones: un
directivo de la diabólica corporación omnipresente, una vecina camello, una
amiguita pija de la infancia, un colectivo secreto al puro estilo Anonymous y
un PLAN. Pero paulatinamente la confusión mental del protagonista nos arrastra
al fondo de la desconfianza más paranoide.
¿De qué fuentes bebe?
Tyrell Wellick (Martin Wallström), némesis de Elliot: impecable, ambicioso, narcisista, siempre luminoso... |
El cine de Tarantino es una sucesión de momentos y tópicos
robados pero ¿es un mal director?. Parece haber consenso de que en absoluto lo
es. Así Mr. Robot muestra una amalgama de referencias llevadas con tanto
respeto que sólo hace que crezca su interés capítulo tras capítulo.
Y el principal referente formal no diría que es Hackers,
Cortocircuito ni ninguna película ciberpunk, sino otra gran serie muy reciente:
Utopía. Visualmente está un paso por detrás pero es un gran sustituto para los
que lamentamos su cancelación. Realmente hay tantas referencias que ni siquiera
voy a enumerarlas, esa lista no le servirá a nadie a hacerse una idea del
resultado final, sólo servirá al ego del crítico enciclopédico de moda.
Anonymous
(real) vs Mr. Robot (serie)
Aquí es donde algunos críticos bienintencionados suelen cometer el spoiler respecto tramo final de esta primera temporada: si te preguntan qué tal es Los otros de Amenábar lo último que debes decir es que se parece a El sexto sentido, ¿verdad?. Pues en esas estamos.
La serie
Esta serie destaca por tres pilares: guión, actuaciones y ambientación musical.
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Los guionistas tienen claro que para hacerse un hueco
en la sobresaturada oferta televisiva de productos de gran calidad no pueden
andarse con medias tintas, así que actúan sin miedo, con ambición y sin
obligarnos a hacer un ejercicio de suspensión de la incredulidad. Al contrario,
el espectador debe exigirse un esfuerzo para implicarse en una trama que irá
haciéndose tan laberíntica que empuja a un segundo revisionado una vez
desveladas las sorpresas finales.
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Las actuaciones son correctas para un producto de
calidad a excepción del protagonista interpretado por Rami Malek, el cual resulta simplemente hipnótico. Dentro de esta
corrección incluyo a Christian Slater el cual inexplicablemente se ha hecho con
el Globo de Oro dejando con las manos vacías al protagonista.
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Destaca la ambientación musical, pura experimentación
electrónica que da un resultado fantástico contraponiéndose a una fotografía y
escenarios hiperrealistas. Aparte, la elección de temas para la BSO tiene gran
calidad sin ser en absoluto obvia, destacando un final de temporada con el tema
actualizado de la conspiranoide Eyes Wide Shut. Referencias sin complejos.
Por último quiero señalar algo que tiene esta serie de lo que
muy pocas pueden presumir: una filosofía.
Por debajo del entretenimiento, las ocurrencias o personajes carismáticos
(suficiente en la mayoría de las series) emerge una denuncia de principio a fin
del mundo en el que vivimos. Pero no contentos con ello y dando un paso más nos
incita a actuar contra la dictadura de todas nuestras Evil Corps. Los malos están ahí afuera, ocultos a la vista de
todos.
Por @el_cinefago
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