Nunca un título tuvo más sentido, cuando tienes una vida construida
en la que todo rueda a la perfección, donde posiblemente te sientas casi ya realizado,
es cuando un fortuito suceso arremete contra todo eso previamente construido y
comienza la demolición, el derrumbe de tu vida, cuando la perdida de un ser
querido afecta de tal forma que no llegas a sentir nada, sintiéndote vacío,
intentando buscar respuestas a lo ocurrido, descargando la rabia interna que se te ha apoderado en una
estricta demolición de todo aquello que te rodea, viendo de manera distinta al mundo que gira en contrasentido al que ahora tú llevas. Justo ahí es cuando también empieza la
locura, una cuerda locura que desata el yo interno, convirtiendo todo aquello que haces en común
y sencillo cuando realmente visto desde el otro lado resulta ambiguo y bastante contraproducente.
Todo esto le ocurre a nuestro protagonista, “Davis”, cuya vida deja de tener ningún sentido al fallecer su esposa en accidente de coche, convirtiendo su vida en ese arrollador proceso de demolición, desde desmontar literalmente todo aquello que te incomoda, un frigorífico que gotea, unos baños que chirrían hasta el simple placer de desarticular una cafetera nueva de capuccino, póstumo encargo de tu mujer. En este enrevesado trayecto se une a él otra persona cuya vida, en este caso matrimonial, no tiene ningún interés y mediante una serie de misivas de la manera más casual que comienza a enviarle nuestro protagonista explicándo con detalles todo el calvario interno que sufre, sin tan siquiera conocerse físicamente, empiezan una pequeña conexión que los va a llevar a vivir al limite, probar nuevas experiencias, sentirse libres, sin ataduras, viviendo el lado más salvaje de la vida como decía ya el gran Lou Reed. En ocasiones, más bien nos valdría perder esa cordura que nos integra en esta sociedad muerta y caduca, volviéndonos algo más locos y soltar ese verdadero yo que reprimimos dentro por tantas reglas que nosotros mismo hemos construido a nuestro alrededor y comenzar a derribar esos muros remodelando nuestra estancias internas, como lo hacen ellos, que por un momento encuentran un contradictorio sinsentido a su existencia, acercándolos más a una felicidad utópica pero quizá más real y sincera que nunca.
El director canadiense Jean-Marc Vallée, más
conocido por sus últimos éxitos Dallas
Buyers Club o Wild, nos traslada más al estilo narrativo de su magnífico retrato
generacional de C.R.A.Z.Y. (2005),
incluso algún personaje nos puede recordar al protagonista de la misma, en este
caso, el hijo de Naomi Watts o el
mismo Charles Aznavour, cantante francés que vuelve a sonar y gran protagonista junto otro de los grandes David Bowie en la cinta en cuestión. Mediante una
continua voz en off inicial del
protagonista vamos descubriendo ese "yo" interno con todos los miedos y
sensaciones nuevas que comienza a descubrir e experimentar, aportando al relato
un dinamismo que en un principio puede parecer encallado pero que encarrila perfectamente conforme el protagonista va
derribando su monótona y vacía vida.
A nivel interpretativo poco hay que decir sobre Jake Gyllenhaal, si bien últimamente nos está ofreciendo una variada galería de personajes al límite ( Nightcrawler, Southpaw o Enemy), algo estrambóticos, nos regala aquí otro que es una delicia, ver la soltura y comodidad con la que afronta al personaje, apoyado siempre por la maravillosa y poco reconocida Watts (Birdman, St. Vincent) siempre a favor de obra pero encantadora, surgiendo entre ellos una química esencial. Como secundarios destacar a otro magnífico actor Chris Cooper (Agosto), correcto como siempre y un jovencísimo actor Judah Lewis que sorprende por su rebelde naturalidad compitiendo con otra estrella infantil revelación del pasado año Jacob Tremblay en cuanto a roba planos se refiere.
Con cierto simbolismo, recurrente en su filmografía aunque
sin llegar a cansar, el director y sus protagonistas nos quieren acercar de
manera desenfadada a esos duros golpes que da la vida, que al mismo tiempo que te
lo da todo te lo arrebata en una milésima de segundo y ese sentimiento de estar
fuera del carrusel que es la vida y la sociedad que nos rodea, en el
que una vez fuera o apartado es hace muy difícil volver a subir porque sigue dando
vueltas y vueltas sin parar mientras todos sonríen y disfrutan de sus vidas ante esa incapacidad de no poder subir y volver a formar parte de esa aparente feliz normalidad.
Una adulta reflexión en clave de humor que nos hará reflexionar, aunque solo sea por unos segundos…
Por último terminar con algo musical para alegrar este intenso recorrido vital y emocional, su estimulante BSO que combina una variedad temas clásicos como Chopin o Bach con otros más actuales e indies, destacando para mi, el de la banda de rock de los 70´s Heart o The Animals, el de Aznavour o la del grupo Indie canadiense Dusted, junto a las anteriormente mencionadas.
NOTA PERSONAL: 7,5 *** Buena
Por @die18_9
Me apasionan tus críticas. ¡Estoy deseando ver la película!
ResponderEliminarOhh vaya pues muchas gracias!! con ese proposito las hago para que os den ganas de verla y trasmitir las sensaciones cuando las veo. Te recomiendo que vayas porque remueve mucho pero siempre desde un punto más loco uy divertido. Gracias de nuevo Maria!!
Eliminar¡Gracias a ti por instruirnos!
ResponderEliminarUn placer compartirlo con vosotros. Hasta la próxima :D
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