Un año más llegamos a estas
fechas señaladas de Navidades, llenas de celebraciones regalos excesos y
familia. Días
que no vivimos igual de críos cuando toda la ilusión del mundo nos embarga y
hace de esas vivencias recuerdos indelebles que nos acompañarán toda la vida…
que de mayores, cuando algunos aún conservarán el gusto aun atemperado por la
experiencia, y otros prefieren que estos días pasen con tranquilidad
agradeciendo (eso sí, que no somos tontos) los días libres y las comilonas.
Estos días todo lo vivimos
más intensamente, y las cosas que nos gustan a lo largo del año en navidades,
sobre todo siendo niños, adquieren un sabor especial que hace que las
recordemos con más cariño si cabe. El cine, para los que nos gusta o
directamente lo amamos, no escapa a este efecto; y en muchas ocasiones las
películas con algo relacionado con la navidad, o que por circunstancias
personales vivimos de forma especial en alguna navidad, nos van a acompañar
para toda la vida con ese sabor especial. Por ello, en estos días tan
señalados, los cinéfilos empedernidos que buscamos entreteneros en The DVAS
Blog queremos dedicar un momento a rememorar nuestro recuerdo especial de
navidad relacionado con el cine. Aquí va el mío.
… Y como soy así de rarito y
original, hoy voy a hablaros de la que es, probablemente, la película de
navidad menos navideña del mundo. Pero es MI película de navidad, así que os chincháis y decís un
“vaaale, aceptamos barco”.
UN
PASEO POR EL BRONX PARA HACER APETITO ANTES DE LA CENA…
LA
FUGA DEL BRONX
Unos
pandilleros urbanos del futuro se alían en un frente común para derrotar a unas
brigadas de la muerte dirigidas por un villano (Henry Silva) que trabaja a las
órdenes de un empresario que pretende dominar el Bronx. Trash, el guerrero más
temerario, convertido en el paladín de los pandilleros, actua en colaboración
con dos expertos en operaciones explosivas. Secuela del film "1990: Los
guerreros del Bronx".
Pues sí, por peregrino que
parezca, para este servidor que les escribe la película navideña por excelencia
siempre será LA FUGA DEL BRONX. Uno
de los mejores ejemplos del subgénero de acción y ciencia-ficción
postapocalíptico que tan prolífico y entretenido fue durante los años 80, y que
los directores italianos supieron explotar de forma tan eficiente en
producciones de bajo presupuesto que resultaban especialmente divertidas cuanto
más malas y cutres eran.
Y entre ellas, esta saga de Los Guerreros del Bronx del italiano Enzo
G. Castellari de la que esta La Fuga del
Bronx es la segunda parte, resulta uno de los ejemplos más destacables:
técnicamente no es nada del otro jueves, las interpretaciones no aspiraron
nunca a un Oscar, pero son entretenidas a más no poder y su encanto ha
resistido bien el paso del tiempo. Si en superproducciones sin duda Mad Max es lo primero que le viene a la
mente a cualquier aficionado al género, los asiduos a los cines de sesión
continua de la época siempre reivindicaremos La saga del Bronx como un valor seguro a la hora de tener una tarde
entretenida.
Al
abuelo le gustaban las de indios y vaqueros… a nosotros nos iban más las motos
¿Y qué tendrá que ver todo
esto con la navidad, os preguntaréis? Vale que a muchos cuando se vienen encima
estos días de digestiones titánicas, gastos descontrolados, compromisos
acechantes y demás nos parece que llega el apocalipsis, pero de ahí a irnos directamente
a un apocalipsis de verdad como el que cuenta esta saga, pues va un paso largo
eh…
Pues sí, os doy la razón.
Pero se da el caso de que las navidades que recuerdo con más cariño en toda mi
vida, las de 1984 a mis tiernos 12 añitos, las pasamos como era la costumbre
entonces en casa de los abuelos. Allí se reunía toda la familia, que en
aquellos años entre abuelos hijos y nietos se parecía bastante a una tribu, y
se preparaba una cena que podría alimentar a una tribu auténtica durante al
menos una semana. Y ¿Quién preparaba la cena? Por supuesto, las mujeres de la
casa (Eran los 80 y entonces era así, no juzguéis que desde entonces hemos
avanzado mucho). Y ¿Quién preparaba la mesa moviendo aquel armatoste de madera
maciza y aquellas sillas tan pesadas? Por supuesto, los hombretones de la casa.
Y entre tanta labor bien
organizada y eficiente… ¿Quién estorbaba por todos lados de puro aburrimiento,
sin que los mayores les dejaran espacio para jugar con sus juguetes, y sin
poder jugar con la Atari 2600 del tío enrollado porque la tele era para los
especiales de navidad, y por supuesto sin el maravilloso ZX Spectrum porque aún
faltaban unos días para que cayera de regalo? Pues por supuesto, los dos
renacuajos de la tribu: mi hermano y yo.
Así que mi abuela, en su
infinita sabiduría y además comprensión por nuestra pasión cinéfila ya por
aquel entonces bien desarrollada, sacó unas perrillas del monedero para que los
peques se fueran al cine del barrio que estaba a pocos minutos de casa y
cambiaran mágicamente (que para eso es navidad y la magia flota en el ambiente)
aburimiento estorbatorio pre-navideño por embelesamiento cinéfilo-palomitero.
Todos salíamos ganando, los mayores en tranquilidad y los pequeños en CINE (que
en aquellos años con mucha menos tele y el VHS una quimera, la palabra ya lo
decía todo)… pues no era lista ni nada mi querida abuela (te echamos de menos
yaya). Y en el cine aquella semana tocaba… La
Fuga del Bronx.
Intenta
quitarme el último trozo de turrón de Suchard, inténtalo valiente…
Así que en aquellas
navidades de 1984, servidor siempre recordará pasar las horas previas al
empachamiento nochebuenero disfrutando de una gratísima sesión de acción
desenfrenada pensando, al mismo tiempo, en las suculentas viandas que nos
esperaban a la vuelta y servidor ya no podía ser más feliz. Y es por ello que
siempre que revisito esta disfrutable película, siempre, siempre me
transportaré a las navidades de 1984, cuando todo era todavía magia y lo
disfrutaba con una intensidad que pocas veces se repetirá. La navidad, amigos,
está a menudo donde menos te lo esperas…
No
hay navidad sin su Papá Noel...Porque si va de rojo será él, ¿No? ?NO?
… Y por si alguien aún lo
dudaba, reivindico que sí que es en realidad una película navideña: si el
requisito básico es que tiene que aparecer un señor de rojo repartiendo, aquí
el malote iba de rojo y vaya si “repartía” ;).
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