domingo, 29 de enero de 2017

CRÍTICA: ¨BILLY LYNN¨ (2017)

Cuando hablamos de películas que representan historias de guerras que han tenido lugar, la línea del relato que separa la realidad de la ficción es muy fino. De hecho, ¿quién nos dice que unos sucesos que se han creado desde la imaginación no han podido ser auténticos en algún momento? La pérdida de un compañero en batalla, matar a un "enemigo" con las manos desnudas, el Síndrome de Estrés Postraumático...por muy poco que representen el mundo real, las bases de la trama se asientan sobre hechos veraces. Más allá de eso, es tarea de todos los encargados de transformar las ideas en imágenes el hacer creíble o no los acontecimientos narrados. 'Billy Lynn' hace un esfuerzo para transportarnos al corazón de la historia. 

Billy Lynn


Este film nos cuenta la historia de William Lynn, un soldado americano joven que, tras ser enviado a la Guerra de Irak, regresa a su país debido a los heroicos actos de él y su patrulla, para descubrir que todo lo vivido en combate complicará su capacidad de simpatizar con los ciudadanos de a pie. Ha pasado de ser civil a soldado, algo que no puede cambiar. Así, la cinta nos habla de los problemas psicológicos que los militares que han estado en la guerra soportan. El montaje saltea los últimos momentos del Equipo Bravo (al que pertenece Lynn) en su gira por los Estados Unidos antes de volver a la zona de conflicto, con las vivencias durante la batalla, de forma, en ocasiones, un tanto confusa. De hecho, son necesarios un par de estos saltos temporales para el espectador para reconocer lo que está sucediendo (o al menos a mí me fueron necesarios). Sin embargo, la trama no desarrolla la guerra en sí, teniendo pocas escenas con disparos, sino que sigue el desarrollo personal e íntregro del protagonista según evolucionan los hechos. 

No obstante, este largometraje no busca empatizar con un soldado traumatizado por la guerra que no sabe encajar de nuevo en la sociedad, sino ponernos en la piel del mismo. Para esto, su mejor arma es la dirección, a cargo de Ang Lee. A través de planos subjetivos desde la perspectiva de Lynn, nos convertimos en sus ojos y sus oídos (a veces incluso conocemos su pensamiento). Pero esto lo haría todo demasiado sencillo. El uso de los aspectos técnicos de la propia cámara, junto a la edición de sonido, hacen que en ocasiones los planos sean aberrantes, y la secuencia en su conjunto desconcertante. Usos de la profundidad de campo llevados al límite, saltos continuos del eje de acción, movimientos demasiado rápidos o demasiado lentos. La sensación de angustia, de realmente no pertenecer al entorno que se nos muestra, busca ser la misma que siente Billy Lynn (y con él muchos otros militares tras un conflito bélico). 

Billy LynnEn última instancia, nos damos cuenta que todo trabaja en conjunto para crear una apertura en la cuarta pared, y así darnos una idea que la película tiene sobre sí misma, y quizá, sobre las películas bélicas en general. Esa idea es la separación que existe entre la vida cívica común y la vida en el campo de batalla. Una vez soldado no hay vuelta atrás, pero además, nos es imposible desde nuestra perspectiva de civiles comprender la realidad que viven aquellos que han entrado en enfrentamiento con armas. La debilidad de los vencidos, la hostilidad de los vencedores, los traumas, las pérdidas, son hechos que suceden verdaderamente, pero que ni separados ni en conjunto pueden darnos una idea cierta sobre ello. 

'Billy Lynn' es una película diferente, a la que es difícil cogerle el punto. Tiene errores que el esfuerzo que hace por introducirnos en el relato y las ideas que plantea no pueden suplir. Pero es este mismo esfuerzo, este intento de diferenciarse de todo lo ya visto lo mismo que hace que merezca la pena darla una oportunidad.

Diego Gozalo Pascual/ @DieGozalo97

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