The Fall (2013 –
2016) es una miniserie creada por Allan Cubitt que se centra en la vida de Paul
Spector (Jamie Dornan) como asesino en serie y de Stella Gibson (Gillian
Anderson) como investigadora de los asesinatos cometidos por Paul.
La característica que más me llamó la atención de la serie
al principio fue la forma en que muestra ambas monedas de la misma cara, el
arduo trabajo de Stella para descubrir a Paul y la forma en que éste acaba con
sus víctimas, con pelos y señales, sin omitir nada. Desde el primer momento
dejan claro que la serie va a romper tópicos: Paul no es el asesino solitario
que aguarda en un callejón oscuro para atrapar a su víctima, de hecho tiene una
familia a la que aprecia y múltiples escenas lo dejan claro, y Stella no es la
policía que sigue las normas al pie de la letra sino una mujer casi sin sentimientos a la que no le importa mancharse las manos para conseguir lo que quiere.
Es cierto que la serie
tiene un ritmo lento que se acrecienta al ser capítulos de aproximadamente una
hora, pero al terminar, uno se da cuenta de que todas las escenas son
escenas muy buenas dramáticamente hablando. Por poner un ejemplo que no
destroce demasiado el argumento, una situación tan simple como es una rueda de
prensa sobre una víctima estará cargada de tensión simplemente por el hecho de
llevar Stella dos botones de la camisa desabrochados y mostrar más escote del
que debería en situaciones así.
La primera temporada se centra más en una lenta y detallada
presentación de los personajes, en la forma en que cada uno de los
protagonistas hace su trabajo, y allana el camino para futuros encuentros entre
ambos. Uno espera más, pero como he comentado, al terminar se da cuenta de que
lo que ha visto es bueno, poderoso, y necesita pasar a la segunda temporada.
La segunda temporada es para mí la mejor, la mezcla perfecta
de indagar aún más en los personajes y provocar breves pero intensos encuentros
entre los personajes. Se convierte así en un duelo de titanes, en una pelea por
demostrar quién tiene más poder y quién va a ganar la batalla. Ambos son
inteligentes, tanto como el hecho de que ambos tienen fallos que les facilitará
el ser atrapado por el contrario. La analogía más sencilla y que más uso para
recomendar esta serie es la relación entre Hannibal Lecter y Clarice Starling
(o Will Graham, para quien únicamente haya visto la serie): se complementan el
uno al otro –¿qué sería del ratón sin el gato, o de éste sin el perro?– y por
solitario no serían personajes tan interesantes.
Esto que comento de la segunda temporada se condensa y
muestra en un gran episodio final de hora y media de duración donde el duelo de
ambos sale al exterior con resultados, sin entrar en spoilers, fatales para
ambos (más para uno que para el contrario).
Antes de entrar a comentar y reseñar la tercera temporada
(incluyendo spoilers, aviso para
quienes aún no la hayan visto), me gustaría dejar claro que a pesar de su ritmo
–lento, pero no aburrido–, es una serie casi obligatoria. No sólo por el
casting, sino por las situaciones dramáticas comentadas y, sobre todo, las
subtramas. Alan Cubitt consigue amenizar la espera del “gran momento”, el
encuentro entre ambos, con subtramas que indagan en el pasado de los
protagonistas o en la vida de los personajes secundarios, sin duda personajes
más que interesantes por la forma en que afectan la vida de los principales.
Y sin embargo, la tercera temporada ha supuesto una
importante bajada de nivel que ni siquiera las subtramas han conseguido sostener.
Era difícil superar el capítulo final de la segunda temporada, así que llevaba
las expectativas algo más bajas de lo habitual siendo consciente de ello; el
problema es que el globo se desinfló con demasiada rapidez. Es interesante ver
la desesperación de Stella ante un Paul moribundo, pues si acaba muriendo todo
habrá sido en vano, pero la cosa no va más allá de eso.
Rose Stagg, un
importante clave para el desarrollo de la serie, queda reducida a la víctima
con dificultades para recuperarse; Katie Benedetto roza la ridiculez mostrando
una insana obsesión por Paul cuando un personaje que simplemente intenta
defenderle, o demostrarle al mundo que Paul no es ese asesino, habría
funcionado mucho mejor; el resto queda aún más relegado a un segundo plano para
tener intervenciones apenas notables.
Sin duda, la tercera temporada se ha mantenido en pie
gracias a Gillian Anderson y Jamie Dornan así como la trama de ella; ¿qué hacer
con la trama de él cuando, supuestamente, pierde la memoria? Consiguen
resolverlo de una forma más o menos buena, pero se queda en el intento. Por
otra parte, más que olvidable me parece la trama de la enfermera al cuidado de
Paul Spector: cumple los requisitos físicos de las víctimas a las que Paul
asesinaba y además, según avanza la temporada, muestra signos de enamoramiento
para con él. Una vez Paul abandona el hospital dejan la trama en el aire, sin
resolver, cuando habría sido interesante verla a ella intentando entrar en su
terreno.
La palma se la lleva el último episodio. Una vez más ambos
personajes se encuentran cara a cara, con fatídicos resultados no sólo para los
personajes, sino para la serie en sí. En un intento de dejar boquiabierto al
espectador hacen situaciones inverosímiles y que ayudan a ese globo desinflado.
¿Cómo es capaz Paul Spector de hacer lo que hace con Stella siendo tres contra
uno y sin haberse ejercitado durante semanas? ¿Para qué poner patas arriba el
centro en el que está internado para suicidarse cuando puede hacerlo sin montar
tanto revuelo? En momentos así el espectador espera algo casi épico –una huida,
tal vez– y al final acaba sintiendo, en mi caso, una pequeña decepción.
En definitiva es una serie más que recomendable y aún más
disfrutable a pesar del fallo que supone la tercera temporada. ¿Será The Fall uno de los casos en los que
dejar un final abierto como lo es el de la segunda temporada hubiese sido más
efectivo? Sea como sea, es indudable que con sus dos primeras temporadas se ha
colocado entre los mejores thrillers policíacos de la televisión de nuestros
días.
Por @Ivanblacky_
Por @Ivanblacky_
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